Por fin un equipo que dan ganas de ver y comentar. Su saber hacer, su humildad no religiosa, sino silenciosa, del que en silencio se concentra en lo que hace, con la maestría y el in-genio que sale de sus colores variopintas, como es el pueblo colombiano, adornado con los “extranjeros”, hermanos latinoamericanos, corriendo cual gacelas con la presa en la pierna ajustada al ritmo de la pelota, por arriba imbatibles en saltos de acróbatas y por abajo imperdibles en pelota al piso y corriendo y saltando con finas figuras que dan todo, en una exquisitez que queda en el ojo como una obra artística bien facturada y donde un hombre sencillo, callado y con ojos de lince dirige desde afuera pero esta adentro de todos sus jugadores y nos hacen pensar que por lo menos aquí hay futuro y donde hay futuro hay esperanza... ¿cuando sucederá lo mismo en el país político y el poder sea el de la democracia o sea el de todos y para todos?. Dicen que el fútbol como la religión aliena, pero es una pasión sin compasión, ya que es fiesta, lúdica y donde no hay complejo de culpa que se interioriza y hace de la vida una tragedia, sino que, al contrario la convierte en fiesta del instante porque mañana será otra historia.
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