CLAUDE LÉVI-STRAUSS Y YO.
¿Claude LEVI- STRAUSS ha muerto?... Este primer viernes de noviembre dejó de existir faltándole solo dos semanas para superar los 100 años de existencia. Aunque era una muerte esperada, no deja de ser triste y nostálgica. Lévi-Strauss, n´est plus.
Heme aquí frente a su recuerdo personal. Nunca pensé escribir sobre la manera como lo conocí y terminé haciendo una tesis bajo su dirección. Aunque casi siempre muchos amigos y amigas me preguntaban, cómo era el Lévi -Strauss que yo conocí, se me hacía difícil hablar de ese encuentro sin temor a quedar en el ridículo. Algo de pudor me impedía hacerlo, ya que puede sonar pedante hablar de él en términos personales. Sobre todo que en este terreno todos lo que conocimos cercana o medianamente al profesor, sabíamos que se imponían una serie de normas o formas de relación con el maestro, que sin ser explícitas, él las imponía con sus comportamientos y actitudes. No solamente se creaba cierto respeto y aun timidez ante este sabio, ya que uno sentía que era una mente privilegiada y que en él sí que era cierto aquello de que:” nada de lo humano se le escapaba”. Además su manera abierta y sencilla, iba marcada con cierta discreción, cierta mesura en el trato - la “politesse” francesa -, que terminaba por imponer “distancias”. Pero esas distancias no eran discriminatorias, sino ejercicios de relaciones humanas basadas en el respeto al otro.
Para Lévi Strauss la educación o como decimos “la buena educación” debe ser una norma entre seres iguales que se auto-reconocen y que conduce al mutuo respeto. Esa politesse se convertía en él y su persona en un grado elevado de exquisitez en el buen trato y las buenas maneras, donde la ética de las relaciones en el respeto al otro conlleva a la estética de las buenas maneras o mejor de las maneras apropiadas a cada situación. Era un hombre que sin ser extravagante o jugar a la “vedette”, era muy fino y discreto en su hablar, en su vestir y en su comportamiento. Por esas razones algunas de sus compañeros de estudios, no lo entendían y lo criticaban. Como Simone de Beauvoir, que habla sobre ello en uno de sus libros.
Un encuentro desde las aulas...
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